De la vida de Jesús se cuenta con pistas que permiten ubicar ciertos acontecimientos en fechas aproximadas, siendo de las principales, las ligadas a la semana santa. Estas son fechas movibles, que cambian cada año, pero ¿por qué sucede esto? ¿No sería mejor colocar una fecha fija para esa celebración?
La razón
Los cristianos conmemoran la semana santa en una fecha cercana a la celebración de las fiestas de pascua de los judíos. Esta se determinaba a través del calendario lunar, que es el utilizado por los israelitas, mientras que nosotros usamos un calendario solar. Se realizaría entonces, según el concilio de Nicea, una sola vez al año, se celebraría la resurrección un domingo, y la fecha se determinaría para el domingo posterior a la luna llena tras el equinoccio de primavera.
Este cálculo trajo conflictos entre Roma y Alejandría, actores principales en el concilio de Nicea; sin embargo, llegaron a un acuerdo y dejar así sentado el cálculo de esta fecha para la pascua cristiana, sin coincidir con la judía.
Los cálculos actuales
El algoritmo de Butcher es el que se utiliza actualmente para determinar la fecha de la pascua cristiana. Aparece por primera vez en 1876 en el Almanaque Eclesiástico y si bien es cierto que, cuenta con una fórmula compleja, no tiene excepciones en cuanto a fechas. Sólo es funcional teniendo como base al calendario Gregoriano, utilizado en la cultura occidental.
Más allá de fechas, los cristianos celebran la pascua de resurrección como el evento más importante de su fe, tomado de la mano con el misterio de partir el pan en sus celebraciones litúrgicas. Es el momento en que Jesús vence a la muerte y hace a toda la humanidad partícipe de la inmortalidad. Es una fiesta que recuerda además el martirio de la condena y muerte en la cruz para recordar el padecimiento que Jesús sufrió por nuestros pecados.