Es una bendición y agradecimiento a Dios por el nuevo amanecer, por la oportunidad de vivir un nuevo día y para ponerse en disposición de cumplir con sus mandatos, preceptos y recibir su divina providencia, puede hacerse a modo personal, es decir, con palabras propias y sin seguir ningún lineamiento específico, aunque existen muchas oraciones ya prestablecidas para esta práctica, también hay quienes toman un versículo o capítulo de la biblia, un salmo o un ritual acorde a su apostolado, pero sin duda, la mejor de todas es el ritual de los laudes. Acá destacamos algunas formas de oración de la mañana:
Entrega del día a Jesucristo:
Oh Cristo, Señor nuestro y Dios nuestro; Tú eres el camino, la verdad y la vida (Jn 14, 6) fuera de ti, no podemos sino extraviarnos, sin ti no comprendemos nada y no podemos vivir. Vigila divino Maestro nuestros pensamientos, palabras y obras y guárdanos en este día, para que todo lo hecho sea querido y cumplido para gloria de tu Santo Nombre y nuestra salvación, como la del mundo entero. Amén.
Encomienda a la santísima virgen María:
Esta es una de las oraciones más bellas del cristianismo, tradicional de por sí, pero llena de fe y entrega a nuestra madre del cielo:
Oh Señora mía, Oh Madre mía: yo me ofrezco enteramente y sin reservas a ti, y en prueba de este filial afecto te consagro en este día: mis ojos, mis oídos, mi lengua, todo mi cuerpo, toda mi alma, lo que hay en mi mente, lo que llena mi espíritu y lo que siente mi débil corazón, en una palabra, todo mi ser; porque considero que soy todo tuyo, por eso, Oh Madre mía piadosa y de bondad, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén.
Oración de la mañana para encomendar el día
Oh Dios todopoderoso y eterno, tu que tanto nos amas que nos enviaste a Jesús nuestro señor a salvarnos del pecado, que nos entregaste a María como madre que nos proteja y que nos has rodeado de santos que nos den ejemplo, te encomiendo este hermoso día que me has permitido abrir nuevamente mis ojos, para que todo lo que haga, lo que piense, lo que sienta y lo que desee, sea para gloria y alabanza de tu Santo Nombre, esperando el momento de la noche, donde te daré gracias por haberlo vivido. Amén.