La figura de Jesús es en gran parte, el centro de la cristiandad. En Él se manifiesta el amor del Padre, que entrega a su único Hijo para salvar a la humanidad, pero además se ve directamente la acción del Espíritu Santo en sus predicaciones y promesas. Para entender entonces a Jesús, es necesario tener una visión al menos de quiénes son las otras dos personas de la Santísima Trinidad.
El Padre
Es la figura precisamente paterna de Dios, único y a la vez trino. Él es quien que crea todas las cosas, es quien nos deja normas morales y de comportamiento en los diez mandamientos, hace una alianza con su pueblo, el escogido: Israel.
Además, el Padre promete un salvador, alguien que acabará con la desdicha del pecado y sus consecuencias, que vive toda la humanidad desde el pecado original cometido por Adán y Eva.
El Espíritu Santo
Es la tercera persona de la Santísima Trinidad. Es el que mueve todas las cosas y las hace posible. Aparece de varias maneras en el antiguo y nuevo testamento como dador de vida, en expresiones como “el espíritu aleteaba sobre las aguas”, “le infundió el espíritu”, o “el Espíritu Santo vendrá sobre ti”. Además, cumple una función de acompañamiento, pues Jesús al resucitar y luego ascender a los cielos, le dice a sus discípulos que, el Espíritu Santo se quedará con ellos; esto se cumple el día en que la iglesia celebra pentecostés, cincuenta días después de la resurrección.
La Santísima Trinidad ha sido tema de debate entre los cristianos y de hecho, ha generado separaciones entre los cristianos, debido a una diferente comprensión de cada una de estas personas y su relación con las otras dos. Sin embargo, todos coinciden en que Dios es uno y trino.