Es común escuchar, a estas alturas de la historia, que la persecución religiosa es todavía un mal del que padece la humanidad. Los cristianos, así como los seguidores de otras religiones, desarrollaron al principio de su seguimiento de sus dogmas de fe, un lenguaje secreto para poder comunicarse, pues recordemos que eran blanco de los romanos, quienes veían sus reuniones como una amenaza a su sistema político y cultural.
El lenguaje de los símbolos
Los símbolos empleados por los primeros cristianos, giraban en torno al gran signo: la entrega de Jesús en el pan y el vino, la noche de la última cena. Muchos pensaban que lo más importante de su dogma de fe era la muerte y posterior resurrección, sin embargo, el rasgo central de toda la cristiandad es, la permanencia de Jesús sacramentado en el vino y el pan: la seguridad de que Él se había quedado para siempre, en estas formas sencillas, cada vez que se pronunciasen las palabras de la consagración.
Los símbolos gráficos
Los primeros cristianos recurrieron a esconderse en catacumbas y cuevas, para poder seguir captando seguidores y poder realizar, en secreto, predicaciones y la partición del pan y el vino. Así pues, tras dos mil años de historia, aún se encuentran estos dibujos que representan el amor de Cristo por la humanidad:
– El pelícano: una imagen muy amorosa y directa. El ave rompe su pecho para que sus hijos se coman su corazón y no mueran de hambre. Así Jesús deja su cuerpo y sangre, para ser alimento espiritual.
– El ancla: encontrada en lápidas, representa la cruz de Jesús y es un símbolo de seguridad, de no estar a la deriva.
– El pez: es una representación de Cristo. Lleva la inscripción Ichthys, que en griego significa pez. Con esta palabra se forma el acróstico griego Iesus Christos Theou Yos Scoter, que traduce, Jesús Cristo Hijo de Dios y Salvador.
Los símbolos aún se utilizan en las iglesias cristianas, como un lenguaje que conecta la actualidad con los difíciles primeros tiempos de la cristiandad.