Es una de las oraciones más bonitas de la religión católica, se trata de un canto de veneración a la santísima virgen María, Madre de Jesús y Madre nuestra, que bien está destacada en las sagradas escrituras, en esta se hallan 3 partes esenciales que la conforman y que no necesariamente se encuentran dentro del mismo contexto histórico, aunque en el cántico que, se ubica casi completamente en el Evangelio según San Lucas, si tienen que ver todas con María la virgen, el Nacimiento del Hijo de Dios y la providencia de Dios Padre:
La alabanza
En el cántico de la Magnifica, la primera parte, hace alusión a la Alabanza, agradecimiento y vocación de esta joven mujer para servir a Dios, esto podemos hallarlo entre el versículo 46 hasta el 50 del capítulo 1, esa primera estrofa del cántico de la virgen dice:
“46 Proclama Mi Alma la Grandeza el Señor 47 y se Alegra mi espíritu en Dios mi salvador, porque ha mirado la humillación de esta, su esclava. 48 Y desde ahora me llamarán Bienaventurada todas las naciones y generaciones. 49 El Todopoderoso ha hecho portentosas obras en mi ser, porque su nombre es Santo. 50 y su inmensa Misericordia se extenderá por toda la tierra y será heredada de generación en generación”. Lc 1, 46-50
Segunda parte
En la segunda fase, María hace énfasis en las obras del Todopoderoso: “51 con su brazo ha hecho proezas, reprendió a los soberbios y duros de corazón. 52 de su trono ha derribado a los poderosos y a los humildes los enalteció, 53 a quienes tenían hambre, les sació colmándoles de bienes y a los que acaparaban y Vivian en riqueza, los despachó vacíos” Lc 1, 51-53, donde se lee completamente la Magnifica
Pero hay una tercera parte, donde María da fe de que, las promesas hechas por Dios, han sido cumplidas a través de los tiempos: “54 se acordó de Israel, su pueblo sirviente y por su misericordia lo socorrió, 55 de la misma que habló a nuestros Padres y tuvo también con Abraham y toda su descendencia por los siglos de los siglos eternamente”. Lc 1, 54-55.